El 22 de abril de 1970 más de 20 millones de norteamericanos se movilizaron para aumentar la escasa conciencia sobre la fragilidad del planeta.

El evento promovido por las organizaciones sociales fue bautizado con el nombre de Día de la Tierra (Earth Day), y puede considerarse como el nacimiento del moderno movimiento ecologista. La presión social tuvo sus frutos y el Gobierno de EE UU creó la EPA (Agencia de Protección Ambiental) y promulgó la “Clean Air Act”.

Dos años después se celebró la primera cumbre mundial sobre medio ambiente: la Conferencia de Estocolmo. El “espíritu de Estocolmo” sirvió para sensibilizar, aunque insuficientemente, a los gobiernos y a la sociedad civil sobre la magnitud de los problemas que afectan al medio ambiente en que se desarrolla nuestra existencia, pero es indudable que el Plan de Acción y las recomendaciones emanadas de Estocolmo no se han traducido aún en una acción decidida.

En 1990 se organiza de nuevo el Día de la Tierra, esta vez en todo el mundo. La celebración fue todo un éxito: más de 1000 ONGs organizaron actos en 140 países y se estima que participaron del orden de 200 millones de personas. Al igual que en la primera celebración dos años después se celebró otra macro cumbre mundial. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Río de Janeiro de 1992, despertó grandes esperanzas y fue la mayor conferencia celebrada hasta el momento, no sólo en número de participantes sino de asistencia de jefes de gobierno.

A día de hoy. las expectativas de la Cumbre de Río de Janeiro de 1992 no han sido satisfechas, por eso miles de organizaciones y millones de personas continúan movilizándose y realizando acciones a diario en el planeta por el medio ambiente, y cada 22 de abril simbolizamos este movimiento celebrando el Día de la Tierra. Es necesario propiciar un cambio de rumbo para construir un mundo más justo, seguro, próspero y sostenible.

Día de la Tierra 2019: Bermeja+Nieves Parque Nacional

Los Parques Nacionales

Con la Cumbre de Río de Janeiro de 1992 y su normativa resultante, los parques nacionales, desde una visión ecosistémica, entraron a formar parte de una red global de conservación y de economía sostenible que debía beneficiar a las poblaciones humanas concernidas, como mejor forma de conseguir la preservación y uso integrados de la biodiversidad. Es hora, en el siglo XXI, de impulsar en España esta tendencia innovadora con la creación del tercer parque nacional de Andalucía, el de las Sierras Bermeja y de las Nieves, enriqueciendo la Red de Parques Nacionales con la aportación de dos ecosistemas únicos de los que carece esta Red: los pinsapares y los ecosistemas serpentínicos.