Hispania Nostra ha premiado este 2018 en su categoría “Intervención en el Territorio o en el Paisaje” el proyecto de rehabilitación de la antigua Real Fábrica de Hojalata de San Miguel de Ronda (Málaga), que ha consistido en la recuperación y rehabilitación de los considerados los primeros altos hornos de España, que se encontraban abandonados y en estado de ruina. A partir del año 2002 se han ido restaurando todas y cada una de las instalaciones que albergaron la Real Fábrica de Hojalata. El impacto que ha tenido la intervención ha sido multidisciplinar, ya que ha supuesto un amplio beneficio en los campos histórico y cultural, medioambiental, educativo, social y empresarial.

El Jurado ha destacado del proyecto “su interés en la recuperación de un paisaje industrial del siglo XVIII ligado al primer alto horno de España y a la energía hidráulica producida en los ríos que rodean el lugar. Además de los edificios se ha tenido en cuenta la recuperación productiva del paisaje dedicándolo a viñedo y enoturismo, en perfecto equilibrio con el bosque original mediterráneo”.

La construcción de la primera fábrica de hojalata de España, que se instaló en Júzcar, data de 1727. La elección del lugar obedeció a la riqueza maderera de esta zona de la Serranía de Ronda, indispensable para el carbón vegetal que se necesitaba para la fundición, a la existencia de minas de hierro de aparentemente fácil beneficio, superficiales, como por ejemplo la mina de los Perdigones o en las minas del Robledal, de Parauta, y del Rosario, y a la posibilidad de aprovechamiento de la pendiente y del agua del río Genal y el arroyo Riachuelo, para lo cual se construyó el azud necesario para encauzar las aguas que moverían las ruedas de la maquinaria.

La duración de las actividades no fue muy prolongada. Entre las causas del fracaso estuvieron la escasez de agua debida al estiaje y a la irregularidad propia de los ríos mediterráneos. Esto, aparte de dificultar el funcionamiento de las ruedas, ocasionó frecuentes protestas de los campesinos por el acaparamiento del agua y no poder, por tanto, regar. Desde el punto de vista de la vida campesina, la fábrica fue un obstáculo para el normal desarrollo de la agricultura de huerta. Juan José Moretti, en su «Historia de Ronda» indica que en 1788 ya no funcionaba. En el aspecto medioambiental el uso de carbón vegetal como combustible provocó una intensa deforestación, especialmente con el desmoche de los mayores castaños y la casi total desaparición de los robles del Jardón o los pinsapos de la Sierra del Oreganal.